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150 aniversario: La Comuna de Paris

D.Trocas.

En este año se cumplen 150 años de la instauración del primer gobierno obrero de la historia de la humanidad, cuyos rápidos avances fueron motivo de inspiración de las masas proletarias y de los grandes pensadores socialistas contemporáneos y del por venir. Se hace referencia aquí al gran experimento de la Comuna de París, que logró alcanzar importantes progresos bajo condiciones hostiles de asedio, y cuya osadía no sería permitida por la burguesía parisina que impuso un alto sangriento al proyecto obrero tras aproximadamente unos 60 días de existencia.


Contexto


El panorama político europeo desde la revolución francesa de 1789 se había mantenido bastante convulso, la muerte del viejo modo de vida feudal y el nacimiento del nuevo mundo capitalista se constató como un proceso complejo y conflictivo, con varias facciones enfrentadas en la orientación de este proyecto político-económico en los diferentes países del continente. Pero la implantación del nuevo modelo capitalista, acompañado por la expansión de los frutos de la revolución industrial y la complejización del trabajo fabril hizo imposible la vuelta atrás al periodo medieval. En el seno de este modelo productivo naciente en las capitales más importantes de Europa, se consolidan al mismo tiempo tanto la nueva clase dominante (la burguesía o capitalistas) como la oprimida, las y los proletarios asalariados cuya fuerza de trabajo mantenía el nuevo sistema capitalista que le permitió a la burguesía acentuar su poder.


Durante todo el siglo xix se da este periodo convulso de instauración del nuevo régimen, fue la burguesía nacional de cada país la que dirigió en un inicio la emboscada contra el modelo feudal. Sin embargo, la consolidación cada vez mayor de las masas proletarias en la realidad capitalina europea, implicó a su vez una mayor toma de conciencia de las y los obreros de la condición precaria a la que aún se veían sometidos (incluso en este nuevo mundo que en 1789 prometió equidad, libertad y fraternidad). Por lo que en 1848 la fuerza de las y los trabajadores se demostró en la última gran oleada revolucionaria que se vivió en Europa Central, aunque su ingenuidad política les llevó a seguir a diferentes facciones de la burguesía que a su vez traicionaron la confianza del proletariado instaurando regímenes que en nada mejorarían la vida de estos últimos. Este fue el caso de Francia, donde la burguesía instaura un régimen “democrático” eligiendo por primera vez a un representante como cabeza de Estado, Napoleón III; poco después Napoleón III se declara emperador abandonando el republicanismo democrático.


Fue justo bajo el mandato de Napoleón III que Francia entra en abierto conflicto bélico contra el Imperio Prusiano en 1870. Las fuerzas armadas prusianas se demostraron arrasadoras en el tablero de guerra, avanzando con fuerza en territorio francés, el mismo Napoleón y su compañía sucumben ante éstas en la batalla de Sedán (donde el emperador francés fue encarcelado por los prusianos) el 2 de septiembre de 1870. Este evento llevaría a la proclama de la tercera república francesa apenas 2 días después en París, restaurando el sistema democrático republicano en Francia. Esto es de suma importancia puesto que por un momento se recompone el sistema político burgués, con Adolphe Thiers en la presidencia. Inicialmente el nuevo gobierno de Thiers continuó de manera vehemente la guerra contra Prusia, pero ante la avanzada prusiana y su posterior cerco a la ciudad de París el nuevo gobierno no encontró más remedio que claudicar ante los invasores.


El asedio de parís tuvo muchas consecuencias importantes, en primer lugar la burguesía parisina huyó de la ciudad, dejando las fábricas inoperantes recrudeciendo las condiciones de vida de las masas proletarias (cuyas condiciones materiales les impedían escapar de París). Luego la claudicación por el gobierno de Thiers fue motivo de gran descontento en el pueblo parisino, que empezaron a engrosar las filas de la guardia nacional e incluso adquirieron armas para enfrentarse a las fuerzas invasoras. Dentro de las armas que lograron conseguir, las más importantes (incluso simbólicamente) fueron varios cañones empotrados en el barrio popular de Montmartre, cuando el día 18 de marzo llegaron unas compañías de la guardia nacional a confiscarlos (para desarmar a los obreros), fueron las mujeres de clase trabajadora de Montmartre que les recibieron. Estas mujeres lograron convencer a la guardia nacional que no se llevaran los cañones, e incluso cuando sus comandantes dieron la orden de abrir fuego contra las parisinas, los hombres de la guardia desobedecieron sus órdenes y terminaron por arrestar a sus comandantes y posteriormente fusilarlos. Este evento hizo que lo último del gobierno nacional de Thiers abandonara París para refugiarse en Versalles.


La Comuna de Paris


Tras la huída de la burguesía y su gobierno de París, la capital francesa queda bajo asedio y con una composición humana primordialmente proletaria y pobre. La guardia nacional queda como único órgano con autoridad del gobierno nacional, pero rápidamente cede el poder y llama a la conformación de un gobierno local parisino, cuyas primeras elecciones se dan el 26 de marzo. La Comuna de París fue proclamada oficialmente el 28 de marzo de 1871, bajo la dirección de un Consejo Comunal con 92 miembros, todos cargos de elección popular y completamente revocables. Este consejo estaba compuesto por obreros, artesanos, pequeños comerciantes, políticos, etc; y varias tendencias políticas dentro de las cuales se encontraban distintos grupos socialistas, anarquistas e incluso comunistas (aunque eran minoría).


El nuevo gobierno orientado en principio por los y las obreras parisinas, alcanzó en sus 60 días de vida la promoción de muchas políticas revolucionarias de distinta índole. Entre estas medidas estuvo la dimisión del pago de la renta (anteriormente aumentada por los caseros), el derecho a la apropiación de los y las trabajadoras de las fábricas abandonadas por los burgueses, se pospusieron los pagos de las deudas individuales y se eliminaron los intereses de las mismas. De las primeras medidas aplicadas fue la separación de la iglesia de asuntos del Estado. Se eliminaron el ejército y la policía, y quedó la guardia nacional como único órgano armado (de composición popular), e incluso se eliminó la pena de muerte. Bajo la presión de grupos femeninos se decretó el pago de pensiones a viudas, concubinas e hijes (legítimes e ilegítimes) de los hombres de la guardia nacional muertos en la guerra y defensa de París, además, tan solo un día antes del ingreso de las tropas de Versalles a París, se decretó el pago equitativo entre hombre y mujeres por el mismo trabajo realizado. Todas estas medidas fueron borradas con la reintegración del régimen burgués.


Uno de los factores más importantes de la Comuna, fue la presencia de varias lideresas y contingentes organizados de mujeres trabajadoras. Entre ellas, Louise Michel, una de las figuras más sobresalientes de la Comuna. Michel fue electa como presidenta del comité de vigilancia de Montmartre, además de servir como luchadora y trabajadora de atención médica en el batallón 61 de la Comuna. Este Comité se dividió en una sección masculina y femenina (Michel perteneció a ambas), y tenía como labores la conformación de talleres, el reclutamiento de enfermeras, la atención a las esposas de combatientes, e incluso perseguía a los elusores del reclutamiento de las milicias.


Al inicio de la vida de la Comuna, Michel fue de las muchas mujeres que propusieron la marcha sobre Versalles de las fuerzas armadas de la Comuna para acabar con el gobierno burgués de Thiers, pero el consejo comunal en su indecisión no lo hizo (en parte por miedo a las represalias, y en parte por facciones como los proudhonianos que se opusieron a la toma del poder bajo supuestos anarquistas), cosa que permitió el reagrupamiento de las fuerzas armadas de la burguesía. Sin embargo Michel marchó a Versalles y volvió sola para confirmar que se podía. Durante el gobierno de los comuneros Michel interpuso una serie de demandas al alcalde de Montmartre, dentro de las cuales se encontraba el cierre de los prostíbulos y que se fundiera la campana de la iglesia para convertirla en armas para la defensa de la Comuna. Michel reconoció el problema de la prostitución como la realidad de las mujeres trabajadoras, y el subproducto de la desigualdad salarial que llevó a las mujeres a prostituirse para mantener a sus familias en épocas de carestía, y promovió la organización de éstas en los comités de vigilancia educándose como enfermeras.


De las agrupaciones femeninas más importantes fue la Unión de Mujeres por la Defensa de París y la Atención de los Heridos, que se fundó el 11 de abril en un café de la rue du Temple, por Elisabeth Dmitrieff y Nathalie Lemel. Dimitrieff fue una de los 2 emisarios de la sección londinense de la Primera Internacional enviados para colaborar con el proyecto de la comuna; originalmente fue cofundadora de la sección rusa de la Internacional y posteriormente se trasladó a Londres donde trabajó en cercanía a Marx y Engels en su estudio del proletariado Inglés. Lemel era encuadernadora, trabajadora, con experiencia en huelgas y miembro también de la Internacional. La Union des femmes, tuvo como objetivo organizar a las mujeres trabajadoras de la comuna en la defensa de barricadas, estaciones de ambulancia, cantinas, además de la defensa de posiciones socialistas que consolidaran la emancipación de las trabajadoras y sus contrapartes masculinas. Se organizó a partir de varias asociaciones a lo largo de la ciudad y un comité central y ejecutivo con paga. Ante las posturas de negociación con el gobierno de Versalles, la Unión recalcó el carácter contrarrevolucionario de estos pronunciamientos y reafirmó el compromiso de esta vanguardia obrera femenina de tomar las armas: “Las mujeres de París le comprobarán a Francia y al Mundo que ellas también, en el momento de peligro supremo- en las barricadas y antemurallas de de París, si los poderes reaccionarios forzaran sus puertas- que ellas también saben como, al igual que sus hermanos, dar su sangre y su vida por la defensa y triunfo de la Comuna, o sea, el Pueblo” (manifiesto publicado la Unión de Mujeres).


La Unión de Mujeres por la defensa de París, al reconocer la falta de trabajo de las mujeres, producto de la huída de la burguesía, presentó a la comisión de asuntos de trabajo de la Comuna un documento donde se pedía el permiso para organizar la confección de los uniformes de la guardia nacional. En este mismo documento se contenía la petición para formar una “Federación de las Asociaciones de Mujeres”, además de la demanda de que toda integrante de la Unión fuese miembro de la Primera Internacional. De igual manera el documento se oponía al proto-feminismo burgués con posturas como: “poner el fin a toda competencia entre hombres y mujeres trabajadoras- sus intereses son idénticos y su solidaridad esencial para el golpe final en todo el mundo del trabajo contra el capital”. La Unión ayudó a promover la ayuda a viudas, concubinas e hijes de la guardia nacional, el salario equitativo entre los géneros y la sistematización de programas de ocupación femenina.


Las fuerzas de la burguesía en Versalles logran reagruparse, y ante el desarrollo en París de la Comuna, resuelven pactar con las fuerzas invasoras de Prusia para emboscar París. El 21 de Mayo de 1871, las primeras fuerzas versallescas lograron por primera forzar una de las puertas de la ciudad. Este día inicia lo que hoy en día se recuerda como “la semana sangrienta”. Las fuerzas comuneras incendiaron puntos importantes de París como contraataque a las fuerzas burguesas, además de tomar represalias contra los elementos considerados contrarrevolucionarios bajo arresto durante la Comuna. Las fuerzas de Versalles avasallaron contra hombres, mujeres y niñes, resultando en 2 semanas de carnicería abierta donde cualquier colaboración con la Comuna fue considerado un delito- y debemos recordar que la comuna fue de conformación popular y todos los barrios de París colaboraron- se estima que murieron entre 20.000 y 50.000 mil parisinos. Miles de los cuales fueron fusilados en lo que hoy se conoce como el muro de los comuneros en el cementerio Pére Lachaise. Se arrestaron a aproximadamente 40.000 personas, quienes fueron condenadas a muerte, al presidio y trabajos forzados, y al exilio. Las pérdidas de las fuerzas gubernamentales rondaron los 1000 muertos. París vivió bajo ley Marcial por 5 años después de lo ocurrido.


Enseñanzas de la Comuna


A 150 años de su corta existencia, la Comuna de París sigue teniendo vigencia no solo como el primer gobierno obrero de la historia, sino también por la promoción de políticas que ni los gobiernos más progresistas de la actualidad han logrado alcanzar. Fue en 1871 que el mundo vio por primera vez la agencia de los y las obreras, y su capacidad creadora de un mundo más justo. También tuvo importantes desaciertos, como no buscar la toma de poder de toda Francia, permitir la reagrupación de fuerzas en Versalles, no expropiar al banco de Francia (ubicado en París), y más importante aún, que la descentralización de ciertos poderes como de la dirección de la guardia nacional implican una falla decisiva en la defensa de París. Hecho que llevó a Marx y a Engels a reeditar el Manifiesto Comunista, agregando que no solo es necesaria la toma de poder del Estado, sino la defensa armada de este proyecto contra el inminente contraataque reaccionario.

Debemos recordar que aún en el 2021 no se han alcanzado los elementos más básicos promovidos por la comuna, y que no solo se tienen la obligación de lograr sino de profundizar: el control obrero de fábricas, que todos los puestos el gobierno sean revocables, que todos los salarios del gobierno no puedan exceder el salario de un obrero especializado, la separación de la Iglesia y el Estado, la eliminación del pago de la renta, y todas las medidas que garanticen que no existan privilegios entre la población. Esto es importante porque recuerda a las bases fundamentales de la teoría del Estado marxistas propuestas por Marx, Engels y Lenin, en donde señalan que se debe destruir el Estado burgués para dar paso a la dictadura del proletariado, que a su vez no es más que otra forma de Estado pero transicional que tiene como objetivo crear las bases para su propia extinción

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